En la pequeña casa de las afuerasdel pueblo
vivía María con su querida madre.
María solía tocar su guitarra en el jardín
lleno de rosas,que su mamá cultivaba,
las havía,blancas,rosas,rojas aterciopeladas,
amarillas y hasta algunas azules.
Su madre le aconcejaba,que fuera en busca de
su porvenir,que luchara y dejara escuchar sus
dones de buena guitarrista.
Más tanto innsistía,que una mañanaMaría preparó
su valija,su guitarra y dijo a su madre.
-Me he desidido,iré a buscar un lugar donde escuchen
mi música y cuando lo logré volveré a vuscarte
madre querida,le dió un beso en la frente.
Su madre puso en sus manos un rosario y le dió
la bendicción.
Los días pasaban,María se escrivía con su madre,
contándole que todo estaba bien,luego pasaron los meses,
los años.
Más maría seguía luchando,mostrando su arte primero
en las calles,en los festivales,en algun teatro como invitada,
estaba casi logrando lo que su madre tantas veces aconcejo.
Más una tarde llego a su casa,y en suelo al abrir la puerta
encontró una carta,no reconoció la letra,no era la de su madre.
Era de su querida amiga del alma,dándole la mala noticia,
que su madre estaba muy enferma.
María inrupió en desgarrador llanto.Preparó la valija,su guitarra,
abrio la puerta,serro y fue,quería volver a su pueblo y abrazar a su madre.
Al llegar,la recivió su amiga,su hermana de corazón.
María se acercó,se sento junto a su madre,beso su frente.
Su madre abrio sus ojos color miel,y muy dulcemente dijo,
-Has venido María.
-Sí,pero calla,descanza.
Su madre respondió.
-Me tienes que prometer,que seguiras luchando para alcanzar
tu lugar tan esperado,y cuando llegues,te prometo que estaré
a tu lado.
María tratando de no llorar,hací lo prometió.
Su madre suspiró profundamente,mientras de a poquito su vida
se iva apagando.
María serro sus ojos,abrio el ventanal,saviendo que su alma
hacia el cielo,junto a Dios los Ángeles la llevarían.
Pasaron los meses,María,no podía serrar la pena que
en su corazón quedó al partir su madre.
Recordaba todos los días,la promesa que hizo a su madre.
Una mañana María,junto sus ropas en la valija,la foto
que estaba junto a su madre en el jardín, la serró,
se puso el piloto,un sombrero sobre su negra cabellera,
calzo sus botas,miró a su alrrededor,los muebles tapó
con unas mantas,serró los ventanales,suspiró profundamente,
abrió la puerta,un relámpago extremeció su cuerpo,serró la puerta
agarro su valija,su guitarra y comenzo a caminar,se sentía pequeña
he indefenza.
Al llegar a la estación de trenes,saco su boleto,solo quería escapar
de tanta soledad.
Los relámpagos alumbraban el lugar,se sentó en el viejo y mugrozo banco a espera la llegada del tren,se acurrucó apretando contra su pecho el piloto mojado,sentía frio,es que el otoño comenzaba,
dejando atrás un ardiente verano.
De repente,el ruido del tren sintió,se levanto,suvió,se acomodo
en el último haciento del vagón.
Un silvido se sintió del guarda que daba la salida del tren,
comenzando éste muy lentamente ha andar,mientras dejaba
atrás el pequeño pueblo.
María sintió que dejaba un pedacito de su vida,promentiéndo
que un día volvería,cuando Dios haci lo dispusiera.