LLego el amanecer,María despierta
Y pasa la mañana como tantas otras
Haciendo todo igual y llega la tarde.
Se pone su túnica blanca la ciñe en
su cintura con lazo azul.
Calza sus zandalias color zuela,
sobre sus cabellos rojizos largos hasta
su cintura una capelina.
Hacia el mar decide ir,al llegar sus piés
se hunden en la arena tivia.
La briza de los pinares todo lo invade.
Sus ojos verdes cristalinos miran sin mirar
al ancho mar.
Su corazón late cada vez más.
La soledad, llena su alma desde aquel atardecer
en que su querido Juan se alejo por el camino que
que va a la ciudad sin mirar atrás,
dejándola llorando junto al mar en esa misma playa.
María camina sin saver donde ir,suspira profundamente,
un nudo apriciona su garganta,no quiere volver a llorar.
Sus manos apretan el crucifijo que cuelga de su cadenita
que en su cuello está.
Ésa que Juan le regalo,la beza suavemente,
regresa sobre sus pasos para regresar a la casa.
ÉS que la noche va cubriendo con su manto negro
el lugar,convencida que al llegar solo la espera la casa vacia
y más de esa triste soledad.