La tarde se vestia de fiesta.
El sol con sus rayos dorados
la acariciaba.
Una briza a rosas
todo lo envolvia.
Un manto de cesped
cubria la tierra.
En altos y frondosos árboles
los pájaros con sus gorjeos
entonaban cantos que
que llenaban el lugar
de paz.
Varios bancos inertes
desgastados por el tiempo
junto al lago
donde botes se deslisaban
al compas de sus remos
que manejaban dando
un colorido especial.
En un banco
sentada lleyendo
su novela preferida
estaba ella,
de unos cincuentipicos de años
en su cabellera renegrida
apenas una canas asomaban.
Sus ojos color cielo.
Su piel trigueña.
Y en sus manos surcos
se dibujaban por
el paso del tiempo.
En frente estaba él
su cabello griz,
su piel morena,
sus ojos color esmeralda.
Su mano sostenía un pincel
que plasmaba en la tela
que se hallaba en el tablero
la harmonia del lugar.
Derepente ella levanto
la vista, y al mirar la pintura
esclamo ¡ que bonita!
al cual el respondió¡ gracias!.
Y se alejo del lugar.
Quedándoce él mirando como
su figura se desvanecia
al alejarce del lugar.
Pasaron los días
y una tarde igual ha aquella
volvieron a encontrarce.
Más de pronto
él sin tituveos, le pregunto
-¿ podes decirme tu nombre?
-me llamo Maria¿ y tú?
-yo Martín.
Charlaron hasta que caía la tarde.
Se despidieron.
Y él al volver a su casa, en su taller
comenso a dibujar su imagen.
Su corazón habia quedado
flechado por esa mujer.
Mientras tanto ella en su casa
puso música y su alma sintió
ganas de plasmar en las
amarillentas hojas de su cuaderno
la poesia más bonita.
Es que hacia mucho tiempo
que las musas inspiradoras
no venian a su mente.
Pasaron los días se veian
cón más frecuencia.
Hasta que una tarde
él mirandola a los ojos
le dijo ¡ te quiero! cacémonos
yo tambien, ¡te quiero!
pero es tarde, los años han pasado
y yo ¿ a mi edad?
que diran la´gente
¿pero porqué?
nunca es tarde para el amor,
-cacémonos seamos felices
esperemos juntos el ocaso
de nuestras vidas.
Luego sus labios en beso dulce
se unieron.
Y´ella un sí respondio
y mirandoce a los ojos
un juramento hicieron.
Que jamás sus almas
se separarian
La armonia del lugar